Texto tomado se la web de la Fundación Nueva Cultura del Agua:
Hablar de la necesidad de una Nueva Cultura del Agua es hablar sobre el reto de esa Nueva Cultura de la Sostenibilidad que los tiempos exigen. Y es, asimismo, hablar sobre la necesidad de asumir un nuevo enfoque holístico e integrador de valores en materia de gestión de aguas. Sin duda, la tradicional política hidráulica se queda hoy corta para recoger las necesidades e inquietudes de nuestra sociedad y dar adecuadas respuestas a los retos que se derivan del nuevo paradigma de la sostenibilidad. Conciliar la aspiración a mejorar el bienestar de todos con el reconocimiento y respeto a los límites del entorno natural, de manera que se garantice su conservación, exige no sólo un giro en los objetivos de esta política, sino también un cambio en las escalas de valor y en la cultura que impregnan nuestra sociedad. Quizás, las privilegiadas sociedades occidentales de hoy en día, puedan permitirse la opción de la huida hacia adelante, realimentando espirales de insostenibilidad. Pero esto sólo es posible desde la inmoralidad de sacrificar los derechos de las generaciones futuras y acrecentar las injusticias planetarias presentes. La lucha contra la pobreza, la eco-eficiencia y la conservación de nuestros patrimonios de naturaleza son claves de un reto de responsabilidad ética que hoy debemos asumir. Desde la Nueva Cultura del Agua este compromiso ético pasa por construir alternativas y ejemplos prácticos en los que las mejoras en la calidad de vida, no sólo se demuestren compatibles, sino que se basen en la recuperación y conservación de nuestros ecosistemas hídricos. En definitiva, se trata de vivir mejor con menos recursos, pero de mejor calidad y repartidos de manera más equitativa. Una de las claves está sin duda en reconocer y entender que un río es mucho más que un canal de H2O, al igual que hoy entendemos que un bosque es mucho más que un almacén de madera. Entender los valores sociales, culturales y de identidad, tanto territorial como colectiva, de ríos, lagos y humedales; conocer la compleja pirámide de vida que albergan; apreciar la importancia de los equilibrios y funciones del ciclo hidrológico natural y los servicios que nos brindan; recuperar el sentido lúdico y el valor estético del agua, tanto en la naturaleza como en nuestros entornos urbanos, etc. Todo ello, sin olvidar la necesidad de gestionar con eficiencia las utilidades económicas del agua como recurso productivo, conforma las claves de esa Nueva Cultura. Claves, en definitiva, de un nuevo y necesario enfoque interdisciplinar. Un enfoque en el que, más allá de asegurar un uso razonable, social, equitativo y eficiente del agua como recurso, se garantice también una gestión sostenible de los ríos y ecosistemas acuáticos. Todo esto desde la coherencia y complejidad que representan las Cuencas Hidrográficas como unidad de gestión natural de las aguas continentales" Fotografía: Esperanza Cerón V. Valle del Cocora, Colombia
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